miércoles, 24 de febrero de 2010

Ponencia para el foro: “Análisis y Alternativas de la Universidad de Guadalajara”.

Sergio Ramón Alba Sandoval.

Un gran porcentaje de jóvenes de México padecen un panorama incierto y desolador en los tiempos actuales. Las políticas económicas neoliberales y antinacionales que se han impuesto en el país desde hace ya casi treinta años, han desmantelado las actividades económicas, los sectores productivos y los derechos sociales en todos los rubros. Por ello, todos los sectores no pertenecientes a las oligarquías han sido golpeados en su patrimonio, su estabilidad, sus anhelos y su futuro. Los jóvenes de Jalisco no son ajenos a esta situación.

No es mi interés abundar en números, estadísticas y cuestiones que poco o nada dicen a las grandes masas de jóvenes que semestre tras semestre ven truncadas sus aspiraciones de cursar la educación media superior o la licenciatura de su elección y vocación; para este sector de nuestra población resulta decepcionante que aún contando con promedios regulares o muy buenos se vean obligados a esperar un período de tiempo incierto para continuar su preparación; la mayoría de las veces tratando de aprovechar su tiempo con un empleo sin duda mal pagado, o en el menos peor de los casos, resignándose a concluir sus estudios en una institución privada, incorporada o no, con el esfuerzo económico personal o de sus padres que esto implica.

Y aquí es inevitable voltear a donde se ejercen recursos en asuntos y actividades que sin duda alguna no son prioritarias para una universidad pública, y menos de la importancia que tiene una como la de Guadalajara, ni más ni menos que la segunda del país.

Una feria internacional del libro, así sea reconocida en el exterior, no puede seguir siendo financiada con recursos públicos, muchos de los cuales son destinados a los viáticos, hospedaje y comodidades de intelectuales ,artistas, periodistas y hasta personajes de la farándula que, por más prestigio personal o profesional que tengan, podrían con facilidad costear esos gastos.

Lo mismo se puede afirmar del festival internacional de cine, la adquisición y remodelación del teatro Diana, la construcción del fastuoso auditorio metropolitano, rebautizado como Telmex o el hoy fallido festival “zapo-pum”, todos proyectos financiados injustificadamente con recursos que sin discusión deberían ser destinados a ampliar la matrícula escolar, hasta terminar en el corto, o en el peor de los casos en el mediano plazo, con el fenómeno de los rechazados.

En suma, Guadalajara no es por todo esto y a estas alturas, una ciudad de lectores, amante del cine ni espectadora de teatro de calidad, razón de más para terminar con este despilfarro.

Por otro lado no podemos dejar de mencionar a lo que en toda institución educativa es lo más importante, los alumnos.

Es a través de los recursos del erario que es posible la impartición de educación pública; sin embargo, podemos decir que un importante porcentaje de los estudiantes de nuestra universidad no tienen o sienten un compromiso social. Es pavoroso ver que muy contados jóvenes se pronuncian por lo que ocurre a su alrededor en materia social, política , económica o ambiental, ya sea por la desesperanza a la que están siendo condenados y que explica el fenómeno atroz y creciente de los suicidios juveniles.

Claro que la crisis social y económica, los paupérrimos contenidos de los medios masivos de comunicación, sobre todo de la televisión y la falta de oportunidades educativas, culturales y deportivas explican en parte esta terrible realidad, pero la universidad no puede renunciar jamás a inocular en los jóvenes la convicción de contribuir a los cambios urgentes que la sociedad exige.

En organizaciones sociales no gubernamentales, de reivindicación de las libertades democráticas, de los derechos humanos, de las minorías o del medio ambiente por ejemplo, es escasa la presencia juvenil, mientras que los partidos políticos hegemónicos, como el PRI, el PAN y enfáticamente el PRD en Jalisco, copado por el mal llamado grupo universidad, que debería denominarse grupo padillista, están pletóricos de jóvenes, ya sea porque son atraídos de manera clientelar, con recursos económicos o sueldos temporales, o bien, decididos a escalar a toda costa en la pirámide social que genera desigualdad, y en la política tradicional reproduciendo prácticas, triquiñuelas y comportamientos que no contribuyen a la democracia ni a la dignidad e independencia que todo dirigente, servidor público o representante popular debe de tener.

La participación política de los estudiantes debe abrirse a nuevas expresiones que no estén supeditadas al reconocimiento de la Federación de Estudiantes Universitarios, en la que, aunque hay nimios e intrascendentes avances en equidad de elecciones, es imposible hacer propuestas o campañas novedosas, con un compromiso de velar realmente por lo que importa, la defensa de los intereses estudiantiles y de una participación auténticamente democrática, no únicamente salir a la calle en coyunturas políticas que no necesariamente involucran a los estudiantes o jurar lealtad política a las diferentes facciones que componen un grupo político hegemónico y anquilosado.

He señalado lo evidente, pero estoy convencido que los cambios en nuestra universidad pública, sólo pueden ser impulsados por la sociedad en su conjunto y desde la determinación de la comunidad docente y estudiantil; éstos últimos, principalmente, tienen la palabra. Gracias.

Sergio Ramón Alba Sandoval.
Izquierda Democrática Juvenil (IDEJ).
Asamblea de Redes y Movimientos Sociales de Jalisco (AREMOS).
Miembro del Frente Ciudadano y Universitario en Defensa de la Educación Pública.

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